Tampoco eran tan largos los días,
empezaban más tarde, eso era todo.
Como los niños,
decíamos exageraciones matemáticas:
mi tía tiene 150 años,
ayer cené una tortilla de 12 huevos.
Y a la hora de la siesta,
cuando el pecado brotaba de las paredes
y ardía lentamente el agua de mi piscina hinchable,
llegaban las libélulas de Oriente
a escribir en el aire «mortalidad».
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.