miércoles, 25 de mayo de 2011


¿Puede un aire leve derribar los tabiques de mi casa?
¿Pudrir las tuberías?
¿Levantar la cal de las paredes?

Si uno pequeños puntos arbitrarios
configuro tu sombra en el gotelé.
Grande y angular
como un dragón prehistórico.

No hay aire más caliente que este aire.
No hay noche más oscura frente al mundo.
Y grito que mi casa es un pantano,
que nace musgo frío de mis dedos.

Vuela lento el reptil. Está acechando.
Sabe bien que el fuego es imposible.

Qué dirán mis geranios,
qué dirán cuando sepan
que me he mudado al agua
que soy H2O
y no los he regado lo suficiente.

Mas no hay rescate diestro ni certero.
Sólo moscas rodean la podredumbre.

martes, 17 de mayo de 2011



LA MISMA MUJERCITA

Recuerdo la primera dentadura postiza
y el ansia racional de arrancarme la mandíbula.
Era solamente una niña exploradora
y me asustaba el acecho de la mano negra.
Había siempre un visillo blanco en las ventanas
y un olor a rosquillas santas y caramelo.
No paseaba el cochecito de mis bebés
con la inercia insultante de mis compañeras.
Tenía cuarenta años y una hija de mentira.
Desarrollé muy rápido una extraña superstición,
peor que la de abrir paraguas en interiores.
Había un presagio feo en los días de lluvia.
Sólo los que aguardan una luz de meteorito.
Los días de naranja hiriente y hombres con botas.
Todos los charcuteros cortaban huesos de jamón.
Queríamos queso de oveja y un cucurucho.
Un cucurucho-vaso para el agua. Tanta sed.
Los mercados cierran cuando las niñas deciden.
Y se escucha un chillido de cordero afónico.
Después mi carrito de la compra y yo nos vamos.